29.5.08

Liberar las banquetas (ayúdenme con las frases)

Nunca me hubiera imaginado que pasear al perro o ir a la tienda se convertirían en actividades de alto riesgo. Disfruto de salir a caminar después de cenar, pero temo que al hacerlo pueda morir de indigestión. ¿Acaso será tan difícil procurar mantener los automóviles alejados de las banquetas y los pasos peatonales?

Me fastidia de tener que bajarme de la banqueta cada que hay un coche en mi camino, el otro día casi atropellan a mi perro porque alguien no conocía el significado de las franjas amarillas que hay (o debería haber) en cada esquina. Peor aún, ver cómo señoras con carreolas, niños y señores con muchos años en la cuenta tienen que hacer exactamente lo mismo.

De un par de semanas para acá comencé a mover los espejos retrovisores de esos coches ‘mal estacionados’, pero pensándolo bien no me parece muy buena idea; Un conductor podría imaginarse un millón de cosas antes de creer que un peatón le movió los retrovisores (cómo va a imaginarse un peatón si no sabe que es eso). Por ello decidí que tenía que hacerle saber el motivo de mi coraje, y creo que la mejor manera de hacerlo es dejándole un regalito sobre su carro, fijado con engrudo para que no se lo lleve el viento y que le cueste un poco de trabajo quitarlo.

Ésta es la imagen que voy a imprimir en blanco y negro, después separar los dos pies y finalmente pegar uno delante de otro. Vienen en pareja, para las banquetas y para los pasos peatonales. Les pido ayuda con las frases, la idea es que al verlas, el dueño del coche no odie más a los peatones, sino que entienda que metió la pata al estacionarse ahí.

25.5.08

Flores en el ático

Mientras andan dando clicks por ahí, no olviden visitar Flores en el Ático, muy recomendable.

22.5.08

Globo aerostático

Quienes dicen saber lo definen como una bolsa de material impermeable y de poco peso, de forma más o menos esférica, llena de un gas de menor densidad que el aire, cuya fuerza ascensional es mayor que el peso del conjunto. Definir de esa manera los globos aerostáticos es equivalente a decir que Keith Moon y John Lennon fueron dos músicos británicos nacidos en la década de los 40's , y que murieron trágicamente entre el '78 y el '80. Olvidaron decir que fueron impermeables a las críticas y que al ser escuchados por la juventud de sus tiempos, su fuerza ascencional fue mayor que el peso del conjunto, llegaron hasta la estratósfera y ahí han permanecido.
No voy a decir que ver un globo es como ver a los Beatles o a The Who, pero al verlos elevarse hasta desaparecer la sensación es similar a escucharlos remasterizados y en alta definición.
Toman poco más de una tarde en construirse, se quema uno de cada cuatro, pero si consiguen el vuelo los puedes ver un par de minutos hasta que desaparecen, y si todo sale en orden han de permanecer al aire por una media hora, aún así valen la pena.
Éste es el primer que sale desde la calle, razón suficiente para estar en el blog. Voló el martes pasado, espero que el martes vuele otro. Ya quiero que sea martes.


Saludos a Ana, Fernando y Esteban, quienes pegaron 32 pliegos de papel de china, cuidaron a la chucha, y ayudaron a que el globo volara.

12.5.08

Cartel


¿Andar en camión?


Después de una semana de usar este medio me tomo la libertad de compartir las siguientes impresiones:

1.- Para los "expertos" en el asunto las palabras ‘camión’ y ‘chofer’ no existen, en su lugar se utilizarán ‘unidad’ y ‘operador’ respectivamente. No tengo idea de cuál será la razón, simplemente así es, tampoco soy experto, así de que utilizaré las palabras que más me plazcan.

2.-Andar en camión es un acto mitad suicidio y mitad asesinato. Cada vez que uno sube o baja de la 'unidad', sitúa su vida en esa delgada línea entre la vida y la muerte: de un segundo a otro ponemos nuestra vida en manos de un ‘operador’ desvelado, hambriento, cocainómano y con ganas de ir al baño. La tragedia se incrementa por el hecho de pagarle cinco pesos por ello. Y si acaso uno decide transportarse a la hora del tráfico, probablemente ni siquiera se podría decir que realmente subió al camión, ya que generalmente esto implica estar dentro de él, seríamos más precisos si al llegar al trabajo dijéramos que nos colgamos del camión para llegar.

3.-Los propietarios del transporte público seguramente son accionistas de las farmacéuticas que fabrican las pomadas para curar hemorroides. No encuentro otro argumento que justifique esos asientos de fibra de vidrio, más duros que los de concreto y que, cuando les da el sol, se ponen como cómales. Esto sumado al insuperable record de tres baches por metro cuadrado de calle y que los conductores sueñan con el campeonato mundial de rally mientras trabajan, nos da como resultado que la mitad de los usuarios sufran de cierto tipo de lesiones en sus partes menos nobles (confieso que no tengo certeza de los hechos que menciono en este punto, ni me consta que los camiones provocan hemorroides ni sé quienes son los propietarios de las farmacéuticas, pero es fácil sospechar, o ¿no?).

4.- Suponer que los automovilistas se van a bajar del coche para subirse al transporte público es completamente absurdo. Y para ejemplo, yo. Después de esta semanita de camión en la que terminé lleno de asco, por el hecho de moverme en este hediondo medio y por un ceviche medio malo que comí el jueves, he decidido que me limitaré a la bici y al coche por un buen rato. Por qué demonios voy a cambiar la bicicleta que es un excepcional medio para ponerte en contacto con la ciudad, o el coche que es un inigualable medio para que pierdas el contacto con ella, por un sistema de transporte que sólo consigue ponerte en contacto con la axila del de al lado.

5.- Los autobuses, microbuses, unidades o lo que sean, son primas de las carteras de doce huevos. Las carteras de huevos tienen como función acomodar los huevos relativamente alineados tratando de aprovechar el espacio al máximo, al igual que los camiones lo hacen con sus pasajeros. En las carteras de huevos, éstos no se tocan entre sí, y cuando esto sucede generalmente más de uno se revienta, pasa exactamente lo mismo en el transporte público. Además, comparten la forma más bien rectangular, sin embargo hay una diferencia que me hace pensar en que son primos segundos y no primos hermanos: generalmente el que maneja las carteras de huevos lo hace con cuidado para no romperlos, en el camión sucede justo lo contrario.

Como vemos llegar a la conclusión de que el sistema de transporte urbano es completamente disfuncional no es tarea difícil, para ello basta utilizarlo, lo que es casi imposible es llegar de pie a la parada.

8.5.08

4¼. OXÍMORON: El hábitat sin habitantes


Una ciudad sin que nadie ande en ella suena improbable, sin embargo, al pensarlo nos resulta una imagen familiar.
Tal vez esto último ha sido causado por alguna de esas películas gringas en las que se muestra Nueva York completamente deshabitado, donde sus pobladores fueron aniquilados por un meteorito, el calentamiento global o los marcianos. El hecho de mirar en la pantalla al príncipe del rap (o a cualquier otra superestrella de acción) caminando por Broadway sin la compañía de hordas de turistas chocando hombros con los apurados trajeados, el incesante sonar del claxon de los taxis junto a las limosinas negras y polarizadas, los humeantes changarros de hot dogs, falafel y cacahuates garapiñados de a dólar, repartidores suicidas en bicicletas sin frenos, supermodelos desveladas ansiando cocaína, y demás imágenes que suelen mostrarnos en las mismas películas localizadas en dicha ciudad, es una imagen muy seductora, prueba de ello es que las superproducciones que utilizan esta fórmula consiguen recaudar suficiente dinero como para colonizar la luna. Creo estoy exagerando, pero es un hecho que reúnen suficiente como para gastar más en el próximo rodaje y aumentar en millones el sueldo de los actores.
O, quizá nos resulta familiar por que algún momento de nuestro deambular por la ciudad nos hemos visto en la desagradable necesidad de involucionar a aquella primitiva especie mejor conocida como ‘peatón’. Si así fuera, es muy probable que nos encontráramos en una ciudad, en medio de una multitud y nos hallamos sentido solos, olvidados, como flotando en éter y viendo no más que oscuridad a la distancia (creo que estoy exagerando de nuevo). Sí éste fuera el caso, las preguntas habrían comenzado a aparecer: después de haberse tropezado con la raíz de un árbol -¿por qué fregados los políticos, en vez de dedicarse a subirse el sueldo, no arreglan las banquetas?; al subir y bajar un puente peatonal para cruzar la avenida -¿por qué tengo que desviarme yo que voy a pie cuando todos ellos vienen haciendo un montón de ruido, contaminando como ganado, y, para acabarla, de mal humor?; al ir en camión -si no sobrevivo ¿me iré al infierno?; al caminar en medio de una multitud -¿por qué nadie voltea a verme, me he quedado sin rostro, o será un complot?; y así, el nivel de paranoia aumenta en la misma proporción en que la cordura disminuye. Acto seguido: caer en la cuenta de que en la ciudad sobra gente y faltan personas.
Será que esa imagen de la ciudad vacía no es producto de la imaginación, sino que ya la llevamos en la memoria.

1.5.08

Que la calle nos cuente sus historias

Está bonito el cuento, ¿no?, así como los amigos del nombre impronunciable nosotros también deberíamos de permitir que la ciudad nos cuente su historia.

"Prigogine menciona una observación de Bohr a Heisenberg sobre Kronberg Castle, el castillo de Hamlet, al que habían ido a visitar: ¿No es extraño cómo cambia el castillo cuando uno imagina a Hamlet viviendo aquí? Cómo científicos creemos que un castillo consiste sólo en piedras y admiramos el modo como fueron colocadas por el arquitecto. Las piedras, el tejado verde con su pátina, los relieves de madera en la iglesia, constituyen la totalidad del castillo. Nada de esto tendría que cambiar el hecho de que Hamlet hubiese vivido aquí y, sin embargo, este hecho lo cambia todo. De pronto Muros y defensas hablan un leguaje diferente."

Así como tomar un café en La Casa de los Azulejos es diferente a tomarlo en cualquier otro Sanborn's por el hecho de que Zapata y su ejercito hayan hecho lo mismo allí hace casi cien años, andar por las calles de nuestra ciuadad no volverá a ser lo mismo después de que vuelvan a ser nuestras.


Texto tomado de Castro, L. (1997) La risa del espacio. El imaginario espacio-temporal en la cultura contemporánea: una reflexión sociológica. Madrid: Tecnos.