12.9.08

Vivir en tiempos

Me parece que vivimos en tiempos ajenos a la aventura.
La raíz del problema está situada en el hecho de vivir en tiempos, porque hasta donde he entendido vivimos en un entramado espacio-temporal: sí, el tiempo fluye, pero ese flujo depende completamente del espacio y de los objetos que en éste se encuentran. Entonces, se podría decir que nuestro estar en el mundo es una mezcla de estímulos y acciones situadas en ese espacio-tiempo, por esto, en aquellas ocasiones cuando el espacio toma más importancia, el tiempo parece perderla. Es una sensación similar a la que se siente cuando se está por primera vez en un lugar desconocido y muy distinto a aquellos en los que usualmente estamos, ejemplos de esto son el campesino quien al visitar la capital por primera vez pierde el sentido del tiempo sorprendido ante el barullo callejero, el cielo enmarañado y los tumultos, lo mismo sucede con el empresario citadino quien experimenta una sensación similar al estar en el campo.
Parece entonces que la aventura tiene más que ver con el espacio que con el tiempo, y esta idea hace sentido al pensar en la vida de ciudad, donde las distancias no son espaciales sino temporales, ¿a poco no suenan familiares frases como ‘está a quince minutos de aquí’, ‘restan dos minutos treinta y tres segundos para completar la descarga’, ‘carril de baja o alta velocidad’, o ‘te atiendo en un momento’ (hasta donde yo sé, la gente es atendida en oficinas y no en momentos, esto debería alarmarnos, o al menos sorprendernos, a mí me sorprende que no sea así)?
Somos seres espacio-temporales y vivir en tiempos nos tiene de nervios, nuestro cuerpo sufre una sobrecarga sensorial y esto no es una cuestión de velocidad, la velocidad no es más que una proporción; el asunto es la aceleración. La aceleración de nuestras actividades cotidianas ha superado nuestra capacidad de recibir y procesar, de sentir y de pensar, esto tiene a nuestros nervios tan superexcitados y exhaustos que a la menor efervescencia no hacen más que estallar, discapacitándonos de vivir la ansiada aventura.
-el blog ha vuelto-

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